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A algunos perros les encanta ir al veterinario, suben de un salto a la camilla y esperan formales a su pequeño premio; casi todos los veterinarios tienen golosinas para los perros tras la visita, y para muchos de nuestros peludos la visita merece la pena solo por eso.

Pero no nos engañemos, son muchos los perros para los que acudir al veterinario es una fuente de miedo y de estrés, que contagian a sus dueños, y muchas veces quedan cosas por consultar en el tintero, solo porque estamos deseando salir de allí cuanto antes. Por eso, te hemos preparado una serie de consejos para que las visitas al veterinario sean tan felices como sea posible, y sobre todo, que sean útiles.

  1. Antes de ir, apunta todas las cosas que quieras consultarle. ¿Cuántas veces te ha pasado que sales del veterinario, y al llegar a casa recuerdas que se te ha olvidado hacer esa consulta que no es tan urgente, pero que también es importante? La forma de evitar esto es hacer una lista con todas las dudas y comentarios que quieras hacerle.
  2. De forma complementaria a lo anterior, observa y apunta, de forma tan rigurosa como puedas, aspectos de su salud o comportamiento que quieras comentar. Decir que tu perro «últimamente tose» es muy general, y el veterinario agradecerá que le cuentes que «tose mucho desde hace tres días, especialmente por la noche y cuando esta tumbado», o que ha vomitado cuatro veces hoy y cinco ayer. Observa otros síntomas como si está decaído, si come o bebe menos de los habitual, si ha hecho sus necesidades de la forma habitual…
  3. Acude al veterinario con tu perro tantas veces como sea posible, especialmente con esas visitas en las que no hay nada traumático. Por ejemplo para pesarle, o si vas a comprar algún producto, puedes hacer que tu perro te acompañe para que salude al veterinario o a las personas que trabajan allí. Si le das un premio, poco a poco dejará de asociar el lugar a experiencias traumáticas.
  4. Trata de estar tú también más relajado. Si el perro se pone nervioso, suele pasar que el dueño también se pone nervioso, y viceversa. Hacer un esfuerzo por mantener la calma, buscando el contacto físico con el animal para tranquilizarle, ayudara a mantener las cosas más calmadas.
  5. Para evitar que la visita se complique más de lo necesario, trata de que darle un buen paseo antes de acudir al veterinario, y evita que coma en las horas inmediatamente anteriores. Si va con el estómago vacío, reducirás las posibilidades de que vomite durante la visita. Y el paseo tiene una doble ventaja: si ha hecho sus necesidades hace poco, no las hará en la consulta, y si está cansado y relajado por el lago paseo, su grado de estrés será menor.
  6. Para perros extremadamente nerviosos puedes consultar la posibilidad de hacer una visita a domicilio del veterinario. Suele tener un coste extra, pero si es algo que puedas asumir ayudará a tu perro a estar más tranquilo durante la consulta.
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