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Hay gente que lo tiene clarísimo. Quiere un perrito, o un gatito, y no se plantea otra cosa. Pero a veces puede pasar que quizá queremos simplemente algo de compañía, o una mascota para nuestros hijos, y no tenemos claro cuál es la mejor opción. Hoy vamos a hablar de la, a veces, difícil decisión de elegir entre tener perro o gato en casa.

Perros

Dependientes y bonachones. El perro es “el mejor amigo del hombre” ya lo dice la historia. El perro depende de ti, y necesita que le dediques tiempo y atención, por eso si no sueles estar en casa casi nunca quizá no sea la opción más adecuada. Pero si eres relativamente casero tendrás al perro siempre pendiente de ti.

Además, a la hora de congeniar con él, el perro es más sensible a tus llamadas, y siempre a aparecerá para jugar o comer (aunque no siempre en ese orden).

Gastos en comida. A la hora de dar de comer a los perros, la comida suele ser más cara en su caso, entre otras cosas porque claro, un perro come más que un gato, sobre todo si es de mayor tamaño.

¡A la calle! En el caso de los perros, hay que sacarlos al menos un par de veces al día, por lo que si no eres de salir a la calle a dar largos paseos olvídate. Un perro lo necesita, el deporte le da vida. Hasta en las razas menos activas.

Más sencillos de domesticar. A la hora de hacer saber a tu perro quien manda, es más sencillo, por naturaleza viven en manadas y están acostumbrados a tener un líder a quien obedecer. Aunque, como ya hemos dicho en otras ocasiones,  es vital dedicar tiempo para educar bien a tu perro.

Peluquería y estética. El perro (diferenciando por razas, unos más y otros menos) sufre una consabida pérdida de pelo. Es cierto que los gatos también pero al perro le crece más rápido y por tanto pierde más cantidad. Además, al perro requiere más cuidados, como arreglar las uñas, limpiar orejas o peinarles. Sin contar con los que se utilizan para concursos de belleza.

Gatos.

Independencia y anarquía. El gato es más independiente, por lo que si eres de los que están poco en casa, tu gato no lo notará apenas, pues es más natural en él vivir sólo. Es cierto que el gato es más anárquico pero se puede domesticar (aunque con más dificultad)

Limpieza. En el carácter del gato, la limpieza va en el ADN. Un gato siempre quiere estar limpio y siempre le verás lavándose. Su entorno suele estar limpio y si eres de los que les cuesta el trabajo de limpiarlos, este será tu animal afín.

Juegos. Al gato le encanta jugar, aunque contigo lo haga pocas veces. O al menos en comparación con el perro. Si lo que quieres es un amigo que te acompañe en los juegos, el gato “no estará por la labor” tantas veces como el perro.

Cazador nocturno. Te sorprenderá ver que tu gato corretea por la noche y duerma por el día. Es bastante común que el gato esté más activo por la noche y durmiendo plácidamente por el día.

Vacunas y enfermedades. El gato, en principio, no precisa tantos  cuidados veterinarios y vacunas, aunque los dos necesitarán que los desparasites.

Silencio. El gato es el rey del silencio. Lo normal es que apenas maúlle, exceptuando épocas de celo en hembras. El perro ladra aunque hay mucha variedad de razas y las hay que apenas ladran.

Llegado a este punto, a la hora de elegir un perro o un gato, lo mejor es cerciorarse de qué es lo que queremos y cuáles son los recursos que podemos ofrecer (espacio en casa, tiempo disponible, dinero para alimentación y gastos veterinarios…).

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