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Existe un mito sobre la impronta que dice que el primer ser vivo que ve un gatito recién nacido cuando abre los ojos pasa a ser considerado como su madre. Esto no es exactamente así, pero tiene una base real. Cuando un gatito abre los ojos y empieza a relacionarse con su entorno, se encuentra con otros animales tolerados por la madre, y por tanto el gatito intuye que no son peligrosos. De este modo, gracias a la impronta, los gatitos aceptarán a estos animales tolerados hasta la vida adulta.

Se ha comprobado que si entre las dos y las siete semanas el gatito se relaciona de forma habitual con alguna persona, tendrá una relación mas cercana con los humanos en general, no solo con los que se haya relacionado, aunque estrecha lazos especialmente con ella. Esto es importante entenderlo, porque el final de esta etapa coincide con el destete, y hay personas que para quedar fijos en la impronta de los gatitos les llevan a su hogar antes de esas siete semanas, forzando un destete temprano y una privación de la atención de la madre, algo que convierte a los gatitos en gatos adultos demasiado dependientes.

Por otro lado, cuando un gatito de 8 o 10 semanas llega a su nuevo hogar suele ser el centro de atención y reciben muchas caricias, pero parece que no socializarán igual que si se hubiera pasado con ellos un poco de tiempo cada día antes de destetarlos.

Así, la mejor opción, siempre que sea posible, es que quien vaya a ser el nuevo dueño del gatito empiece a relacionarse con él antes del destete, preferentemente en el nido y en presencia de la madre para que de su aprobación. Unos minutos al día pueden ser suficientes para estrechar lazos… ¡para toda una vida!

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