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Todos sabemos que Isaac Newton ha sido uno de los mayores científicos del siglo XVII, pero pocos saben que además era un gran amante de los animales. Una simpatía que marcó la historia y derivó tanto en aportes positivos como negativos para la humanidad.

Si bien se cuenta que su perro favorito volcó una vela de su escritorio y quemó una serie de notas importantes en las que Newton estaba trabajando, también hay que señalar que la intercesión de su gato derivó en la invención de un objeto tan útil como la puerta para gatos.

Cuenta la leyenda, que Isaac Newton tenía un gatito, cuyo nombre no ha trascendido, que constantemente interrumpía al científico para que le dejara entrar y salir de la casa. Frustrado, Newton pronto ideó una solución y la instaló en su propia vivienda: la puerta para mascotas, vulgarmente conocida como gatera.

Hoy en día, este invento ha seguido evolucionando y ya existen puertas para perros y gatos de diferentes materiales, tamaños, manuales y automáticas, que funcionan gracias a rayos infrarrojos y que incluso se pueden programar para distintos usos: entrada y salida, sólo entrada o sólo salida.

Sin embargo, tanto humanos como felinos y canes, no debemos olvidar la gratitud que debemos a Newton y a su pequeño y molesto gato, sin el cual, hoy en día muchos animales domésticos carecerían de parte de su autonomía y libertad.

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